Carpaccio de naranja
Carpaccio de naranja con crema tibia de almendra, mango fresco y virutas de chocolate negro
Un postre ligero, vibrante y lleno de contrastes.
La acidez y frescura de la naranja se equilibra con la suavidad de la crema tibia de almendra, el dulzor del mango maduro y el toque profundo del chocolate negro. Una combinación que acaricia el paladar sin sobrecargar, perfecta para cerrar una comida con belleza y ligereza.
🍽 Ingredientes (para 2 personas):
Para el carpaccio de naranja:
2 naranjas dulces y jugosas
Canela en polvo (opcional)
Para la crema tibia de almendra:
200 ml de bebida de almendra sin azúcar
1 cucharadita de pasta de almendra o 20 g de almendra molida
1 cucharadita de sirope de agave o miel suave (ajustar al gusto)
1 pizca de sal
½ cucharadita de ralladura de naranja
1 cucharadita de almidón de maíz (maicena) disuelta en un poco de bebida vegetal fría
Para acompañar:
½ mango maduro
10 g de chocolate negro (mínimo 70 %) rallado en virutas finas
👩🏻🍳 Preparación paso a paso:
1. Preparar el carpaccio de naranja:
Pelar las naranjas en vivo (retirando la piel y la parte blanca) y cortarlas en rodajas muy finas. Colocarlas en forma de abanico o círculo sobre los platos. Reservar.
2. Preparar la crema tibia de almendra:
Calentar en un cazo la bebida de almendra con la ralladura de naranja, la pasta o almendra molida, el sirope y la pizca de sal. Remover bien. Cuando empiece a humear, añadir la maicena disuelta sin dejar de remover hasta que espese ligeramente. La textura debe ser cremosa pero fluida. Mantener tibia, sin que hierva.
3. Preparar el mango:
Pelar y cortar el mango en dados pequeños o en finas láminas, según la presentación deseada.
4. Montar el postre:
Verter una cucharada generosa de la crema tibia sobre el centro del carpaccio. Distribuir el mango fresco por encima o al lado, y terminar con virutas de chocolate negro y un toque de canela si se desea.
✨ Un postre que juega con la temperatura, las texturas y los aromas para ofrecer una experiencia sutil y envolvente. Ideal para cerrar una comida con elegancia, sin renunciar a la nutrición ni al placer.




